Música en vivo y fútbol : la gota que rebalsa el vaso

Quisiera dedicar este espacio para sacarme del pecho el pesar que siento como hincha del Club Universidad de Chile y como amante del fútbol chileno tras lo que pasó el miércoles en el estadio de Independiente de Avellaneda. (No sabes qué pasó? lee aquí)

Con el paso de las horas y tras ir comprendiendo más en profundidad la tragedia vivida durante el partido de Copa Sudamericana, voy viendo más y más similitudes con otra tragedia ocurrida en el país vecino hace 21 años: La tragedia de Cromañón.

Para quienes no saben a lo que me refiero, la "tragedia de Cromañón" (conocida también como "la masacre de Cromañón") fue un incendio que dejó cerca de 200 muertos y 1.500 heridos en la discotheque del mismo nombre en el marco de un concierto de la banda de rock CALLEJEROS. El público, acostumbrado a encender bengalas en los eventos en vivo, al hacerlo en ese espacio, provocó un incendio incontrolable que, junto a una serie de negligencias de organización y asociaciones corruptas, dejaron a la masa de personas encerrada e indefensa. La gran mayoría fallece asfixiada dentro del local, tanto por el gas tóxico emanado por la combustión como por aplastamiento. 

La investigación da como resultado una fuerte y nutrida red de corrupción que pasaba desde los organizadores del evento, los dueños del local, la propia banda que tocó esa noche, la seguridad dentro del espacio, la policía federal, los entes fiscalizadores, la jefatura de la gobernación de Buenos Aires y hasta los bomberos. Todos comprados con coimas y "arreglines" para sacar el máximo provecho a un espacio que, es necesario decir, tenía una capacidad de 1.031 personas pero que esa noche recibió a 4.500. Una red ilegal contundente y normalizada que llevaba tiempo gestándose y fortaleciéndose hasta ese día.

Esto marcó un antes y un después en la forma de hacer cultura en Argentina, con la clausura masiva de locales de música en vivo, el proceso a los numerosos responsables de la masacre que pagaron con dinero y cárcel, y un cambio cultural de raíz que erradicó por completo en la idiosincrasia trasandina el uso de bengalas en contextos de música en vivo.

Para una visita de la banda LA RENGA a Chile el 2007, interrumpen su show en medio de "En el baldío" al ver una bengala encendiéndose en la cancha del Movistar Arena. Muy sentidos, piden no prender más y explican lo que significa la bengala para ellos: el símbolo de la muerte de 194 personas. Aquí el momento en video:

Otro hito que confirma lo descrito aquí: Este año la banda de metal System of a Down visita sudamérica y sus conciertos dejan sendas postales de decenas de miles de personas bailando y encendiendo bengalas en un caldo de emoción desenfrenada y metal pesado. Bogotá, Lima, Santiago, Sao Paulo... muestran una fiesta masiva con la adrenalina que generan el fuego y las antorchas. ¿En Buenos Aires? CERO BENGALAS. CERO.

Lo del miércoles

Lo que pasó el día miércoles 20 de agosto es una situación, a lo menos, similar. Sin ánimos de detallar en demasía lo que pasó, para mí, el Club Independiente vendió y traicionó a su propia gente -y por supuesto a la familia de la U. de Chile- al orquestar un escenario de muerte, violencia y salvajismo en todos los niveles -honestamente a estas alturas- no sé para qué. Solo el idioma y la cultura del crimen organizado tienen la respuesta. Lo cierto es que CONMEBOL sugirió que bajo la bandeja superior donde se ubicaría la barra de la U no debía haber gente de la localía, sin embargo, el presidente de Independiente hizo caso omiso argumentando que ya era muy tarde porque estaban "todas las entradas vendidas".

De todo lo que he visto en los medios, me quedo con la síntesis de Juan Cristóbal Guarello anoche en TELETRECE, quien describe cómo opera la barrabrava argentina dándole trabajo como guardias de seguridad privada en el estadio a sus mismos integrantes, el trato, coordinación y complicidad directas entre la barra y la policía federal, la ausencia de rejas/mallas de protección, guardias y policías entre los sectores de visita y local usuales en partidos de fútbol ahí (y en otros estadios)... asuntos que, se entiende, tienen relación directa con la organización del partido y los responsables de ésta (club local todo: dirigencia, sociedad, etc; seguridad privada, policía argentina, seguridad regional, etc). En síntesis: queda en evidencia una desprotección organizada y generalizada en el estadio, que dejó a público, jugadores, equipos técnicos deportivos y comunicacionales, prensa y familiares a la deriva en medio de la violencia criminal que se tomó todo rincón del evento deportivo. Todo por un par de miles de entradas y, por qué no (da para pensarlo), alguna que otra acción forjada en la idea que expresó livianamente el DT de Independiente la semana anterior: "hay que hacer trampa" (textual), para clasificar. 

Juan Cristóbal Guarello hablando en detalle de la masacre de Avellaneda

¿El resultado? Heridos, asaltados, desnudados, linchados, fracturados, policontusos, inconscientes tirados en las gradas, acuchillados, lanzados al vacío desde las alturas del estadio.. hombres, mujeres y niños. Barristas, hinchas y simpatizantes. Familias. Vapuleados, vejados y torturados por parte de barristas y la policía. Las imágenes abundan en internet. Imágenes que asocio inevitablemente al actuar alevoso y cobarde de las fuerzas armadas en dictadura o guerra. Ese fue el nivel de lo que se vivió en el estadio de Independiente.

Y hago este escrito sin ánimos de denunciar nada; simplemente para unir 2 hitos de la historia reciente social argentina que tienen mucho en común, y que espero, en este último caso, sea también la gota que rebalse el vaso de un sistema corrupto en todas sus capas, cimentado en una codicia inhumana. Justicia ya. No más impunidad en el fútbol.