Música y streaming: mucho negocio y poco amor al arte

Música y streaming: mucho negocio y poco amor al arte

Screenshot de eMule en los 2000

Fue con la aparición de Spotify que la música finalmente encontró una salida a la crisis que la piratería instaló al amenazar el negocio de la venta de discos (cassettes y CDs): una plataforma de streaming que venía a ser la gran vitrina mundial de toda la música existente; una app/web donde podías escuchar lo que quisieras a un clic de distancia. Y funcionó: las suscripciones pagadas comenzaron a normalizarse en un contexto en el que abundaban los servicios "gratuitos" en Internet. Hoy sabemos que muchos de ellos se alimentan (o cobran) con nuestra data, con el espionaje de cada movimiento que hacemos en nuestros dispositivos y con el robo de nuestras acciones para entrenar inteligencias artificiales. Como sea, la música se pudo distribuir de forma legal y masiva después de décadas de una piratería descontrolada que comenzó con el cassette, siguió con el CD y culminó con el MP3 que podías descargar y compartir en una comunidad global de piratas digital, fraterna y generosa. ¿Se acuerdan de Soulseek, eMule, AudioGalaxy, iMesh o Napster?

Sin embargo, ese paso a la legalidad normalizada significó un costo muy grande para los artistas. El pago por su trabajo fonográfico (discos) bajó como nunca, y para generar algo de dinero de forma seria tenías que ser Madonna o Bad Bunny. Bienvenidos a internet. La forma de subsistencia de los músicos pasó a ser tocando en vivo: los precios de las entradas comenzaron a subir más que nunca y hoy nos enfrentamos a una industria en exceso sobrevalorada, no por su excelencia -que sí, muchas veces sí lo es: grandes producciones,
experiencias inolvidables- pero sí en lo monetario. Todo esto lo hablo desde la vereda de artistas consagrados o masivos, que tienen una alta afluencia de público y grandes números en sus escuchas mensuales en plataformas de Streaming como Spotify o Apple Music. Sin embargo, para los artistas underground el camino es más duro aún. Y aquí me quiero detener.

Se estima que Madonna gana
más de 1 millón de dólares por concierto
Hoy la única forma que tiene un artista de formar parte de las vitrinas de Streaming (Spotify, Apple Music, Tidal, Youtube Music, Deezer, Amazon, etc) es pagando. Abundan las plataformas "agregadoras" con sus propias cláusulas y cobros; tal como un detergente de ropa que paga por estar en las góndolas del supermercado, si pagas poco, te ponen a la altura de los pies, si pagas más, a la altura de los ojos de un potencial cliente. Lo mismo pasa aquí. Tus canciones quedan en el escaparate global del streaming (decenas de plataformas como Spotify), pero también puedes pagar por estar en listas de reproducción que llegan a miles de personas. Eso puede verse como algo justo o no, considerando la inversión tecnológica que significa para una aplicación ponerte en su vitrina virtual. Sin embargo, ¿qué pasa si te escucha poca gente o incluso nadie?, es decir: Si no tienes ningún rédito económico por concepto de reproducciones, ¿vale la pena pagar por estar disponible en plataformas a nivel global, al alcance de un clic de cualquier persona que te quiera buscar y escuchar?. ¿Y si nadie te hace clic?. ¿Sabías que 45,6 millones de canciones en Spotify no tienen reproducciones mensuales? Aquí pasamos al ítem marketing-publicidad. Por supuesto que para que tu producto se consuma debes mostrarlo. ¿Y cómo? En música siempre ha sido más o menos igual: tocando. Consiguiendo fechas buenas donde te vea la mayor cantidad de personas. Pero, ¿vale la pena telonear a grandes artistas en grandes recintos si la productora que te llama te hace firmar un contrato en el que debes renunciar a los derechos de autor que generes en el concierto?, o sea, ¿si es que la productora del concierto se queda con tus derechos de autor?. ¿Vale la pena si el resultado de tocar ahí es que aumentes unos cuantos oyentes mensuales en tu Spotify?, ¿un Spotify que paga 0,003 dólares por reproducción, solo si cumples un mínimo de plays en cierto margen de tiempo?, ¿Un Spotify que distribuye la misma cantidad de dinero entre músicos, podcasts y audiolibros? o sea, ¿Un Spotify que hace competir a músicos, escritores y podcasters?

Publicidad en vía pública de Spotify
Hace varios años recuerdo haber salido de la estación del metro en el centro y haberme topado con una gigantografía sobre un edificio del nuevo disco de DUA LIPA (tal vez era otra cantante, no recuerdo bien), invitando a escucharlo en Spotify. Y claro, ahí entendí que el clic se transformó en el producto a vender. Ya no se trataba de pagar por algo: una transacción comercial como comprar una entrada o un detergente de ropa. Ahora se trataba de un clic. Hoy por hoy el problema se hace más engorroso aún cuando tienes a miles de bots (o díganles también granjas de usuarios falsos, o cuentas en masa manipuladas por una sola persona o agencia) reproduciendo canciones para acaparar los recursos que genera la plataforma. Y aquí viene la guinda de la torta: ¿y si eso además se hace con música creada con inteligencia artificial?, ¿y si eso se hace robando música underground desconocida, modificándola con inteligencia artificial y colocándola en las plataformas de streaming con autorías falsas? Spotify en particular no ha hecho mucho al respecto. Solo se han limitado a banear artistas que sospechan son bots o están en listas sospechosas de bots, reproducidas por bots. Pero ya se ha sabido de artistas que han sido víctimas de esos robos y que han sido baneados de las plataformas sin haber hecho nada, sin opción de reclamar porque -comprenderán- el volumen de contenido es tan gigantesco que es imposible fiscalizar de forma humana cada caso o reclamo. Se les fue de las manos. Y no les interesa resolver el problema tampoco. Mientras sigan facturando con las membresías de sus clientes, todo ok.

Numerosos artistas han decidido boicotear
Spotify este 2025

Sumemos que hace varios años el dueño de Spotify invierte millones de dólares en tecnología bélica. Básicamente, el dinero que pagamos por escuchar música es utilizada en la fabricación de armas que hacen más efectivo el negocio de la guerra y más sistemática la violación de derechos humanos. 

Entiendo que hay numerosas plataformas de streaming de música. Muchas con mejores pagos a artistas que Spotify. Irónicamente, una de las que mejor paga a los artistas es Napster, la emblemática plataforma que comenzó con el pirateo de música en internet a comienzos de los 2000. Otras como Tidal destinan un porcentaje de tu pago mensual exclusivamente al artista que más escuchaste durante ese mes. Esta última es una idea que considero digna de copiar. Pero ¿qué queda para los proyectos de nicho, artistas locales y música sin grandes audiencias digitales? la mayoría del material que está ahí arriba pertenece justamente a esos artistas. 

Bueno, aquí les tengo algunas ideas: 

- Youtube

Uno es dueño de su arte. Pagaste por todo, compusiste tu música, la ejecutaste, la grabaste, la transformaste en un fonograna y además la registraste en propiedad intelectual. Pues bien: ese arte es TUYO. Por ende, si creas un canal de Youtube con tu material, no pueden quitártelo ni bajarlo, y todas las reproducciones que tengas serán para tí. Puedes o no monetizar ese contenido, eso es decisión tuya (o en otras palabras: ¿Quieres que a los usuarios que no pagan Youtube Premium les salga publicidad escuchando tu disco o no?). No sellos, no intermediarios, no recortes por temas de distribución. Tu música es igual que cualquier otro contenido en Youtube, pero por lo menos es tuyo y no debes pagar a nadie porque esté ahí. Sin ir más lejos, mi banda DISFONÍA está en todas las plataformas de streaming y he tenido que pelear legalmente cada canción que subo al canal de mi banda porque estoy "infringiendo derechos de autor". Pues bien: ha sido tedioso, pero he ganado todas las impugnaciones e intentos de bajar mi material porque resulta que ese material también está en las vitrinas de streaming pagas.

- Bandcamp

Bandcamp exponiendo sus números
La vieja confiable. Aquí tú eres dueño de todo. Bandcamp debe ser de las plataformas de música online más viejas y vigentes a la vez. Se suele asociar a un nicho más bien “nerd” o en extremo melómano. Ofrece reproducción streaming gratuita de todo su catálogo, sin embargo, puedes pagar por descargar los archivos de audio (en calidad Master), y los artistas pueden ofrecerte extras como visuales, PDFs, o cualquier otro agregado digital que acompañe las pistas de audio. Tú como artista puedes cobrar por esa descarga o no. Como gustes. Lo mínimo que puedes pedir por una descarga de tu disco es un correo electrónico, que -de verdad- es lo mínimo si quieres apoyar a un artista independiente. Darles tu contacto para que eventualmente puedan darte noticias de algún lanzamiento o de alguna fecha en vivo que haya cerca tuyo. ¿Te parece justo?. 

Esta plataforma te ayuda también a vender merchandising, discos, poleras, etc. O sea, es una vitrina 100% al servicio de un proyecto artístico musical y a sus variantes comerciales con una ganancia casi total para el artista en caso de que concrete ventas. ¿Qué tal? Plataforma creada hace casi 20 años, funciona del mismo modo y no tiene ninguna gana de desaparecer.

Opciones existen en el mundo digital, que pareciera haber sido colonizado en su totalidad por intereses mercantiles sin corazón, conciencia, amor o siquiera un mínimo aprecio por la música y el arte. Internet se transformó en la TV; en esa TV que criticamos por tanto tiempo por ser el medio hegemónico y totalitario, acaparador de atención y completamente monopolizado por los intereses de sus dueños. Pero pareciera que aún hay escapatoria, cuando aparentemente el camino se ha vuelto más dificultoso y estrecho que nunca. Solo hay que tomar decisiones.




Comentarios

  1. Súper interesante, no tenia idea de cómo funcionaban algunas plataformas ni de la existencia de otras

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