Masterclass de Death Metal con las Crypta: Live review

Con tan solo 2 discos en estudio, Crypta se ha posicionado como una banda de peso en el underground del metal, y más en específico, del metal extremo. Pero no es por casualidad: tanto su vocalista y bajista Fernanda Lira como la virtuosa baterista Luana Dametto se hicieron su fama personal tocando durante una década en el proyecto NERVOSA, una banda de thrash metal de chicas brasileña, liderada por su guitarrista Prika Amaral. El talento y desplante de Fernanda como front-woman, tanto como de Luana en la batería siempre dejaron fascinada a la audiencia con su impecabilidad interpretativa en vivo y su atrevido buen gusto musical, salvaje y completamente impregnado por las influencias de los 80 y 90 del género.

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Ya el 2020 Fernanda y Luana deciden partir de Nervosa, y rápidamente crean CRYPTA con otras compatriotas de Brasil. Se suma a la formación Tainá Bergamaschi en guitarra, un aporte basal en el lenguaje del conjunto. Crypta es un proyecto que defino como revisionista y recopilatorio de las grandes influencias del death metal. Algunos referentes innegables en su música: Death, Morbid Angel, Dimmu Borgir, Carcass... todo mezclado para dar como resultado un sonido refrescante y pesado que encanta a cualquiera que guste del estilo. Tradicional, sin embargo, una versión actual de los grandes del death, encarnada por cuatro brasileñas virtuosas. Algo parecido a lo que hizo VIOLATOR, la banda de thrash metal (también de Brasil) formada a comienzos de los 2000, que dio una bocanada renovada a un estilo propio de décadas pasadas con sonidos de estudio opacos, analógicos y desgreñados. Es así como Crypta (tanto como Violator) renuevan los géneros con maestría y una artesanía fina y, sobre todo, pulcra; correcta, limpia.

Crypta visitó Chile por segunda vez en su carrera el sábado pasado en el marco de una gira que las ha tenido viajando por Europa y Norteamérica hace meses con nutridas agendas, en la sala RBX, un espacio que ya se ha establecido como un hogar para el underground en Santiago; agradable y lo suficientemente grande para acoger a los 200-300 asistentes que llegamos ese día. 

Foto promocional de Crypta tras la reciente partida de su 2da guitarrista

Crypta se diferenció inmediatamente de las bandas que las acompañaron en esta gira sudamericana (DVRK y Rotten Sound), instalando un telón a cada lado del escenario con la imagen de una especie de vórtice; una galaxia-remolino con estrellas y destellos enmarcada por una cadena que insinuaba un portal a otra dimensión. Un detalle estético que evidenció su preocupación frente a lo escénico. Y no es menor, considerando que las 3 chicas en la primera línea (Fernanda en la voz y el bajo, Tainá en la guitarra y Helena en la guitarra) no cesaron de dar una cátedra de perfromance -yo describiría- hollywoodense, con gestos, muecas, movimientos y coreografías que aportaron un dramatismo pirotécnico al show, como si se tratasen de superheroínas del metal, derrochando personalidad, confianza y actitud. Lira hizo lo suyo en la voz, evocando el tono desgarrador de Chuck Schuldiner (Death), agudo y carraspeante, pero también rugiendo en rangos muy graves, igualándose a voces como la de David Vicent de Morbid Angel o Shagrath de Dimmu Borgir. Luana, sencilla, hacía lo suyo en la batería con constantes blast beats, fills creativos, y arreglos que se pasean por los patrones del death más clásico y descarnado de forma frenética, como una explosión catártica de fusas, trémolos, seisillos y tiempos de alta velocidad. Todo con un rostro tranquilo, como si no le significara mayor esfuerzo. Por último, el dúo de guitarras Tainá y Helena Nagagata (reciente guitarrista en vivo) se sentía acoplado y se turnaba en sus roles rítmicos y melódicos con visible destreza, luciendo imponente las tétricas y muchas veces emotivas armonías y atmósferas de sus canciones.

El concierto comenzó con una tardanza considerable, con técnicos paseándose por el escenario una y otra vez, y luego, con Luana subiéndose al escenario y una incómoda espera que la dejó sola en la batería frente a un público que le cantó inmediatamente "cumpleaños feliz" (sí, estaba de cumpleaños!), y la llenó de elogios desaforados. La espera valió la pena: el sonido fue muy bueno, y la potencia de la banda se vio justamente reflejada. Y lo digo con honestidad: hace mucho tiempo no presenciaba un show con un sonido potente y claro al mismo tiempo. El profesionalismo de la banda carioca se dejó ver en todos sus niveles: técnico, visual, performático, artístico, de carisma... El repertorio se paseó por sus 2 discos en estudio, pero particularmente el segundo, "Shades of Sorrow", al ser esta gira promocional de la placa del 2023.

Si bien Crypta es una suerte de ejercicio académico, una banda estilo que no se sale de sus rígidos límites, como un proyecto de título de Death Metal en la década del 2020, la influencia de sus raíces brasileñas se deja ver tímidamente en un par de pasajes como la introducción de "The other side of Anger", con ritmos sincopados reconocibles en una batucada de carnaval. Sin embargo, el gusto evidente de estas chicas por el estilo en su estado más puro se concentra en composiciones ya suficientemente complejas, con pasajes cambiantes en un tono contemporáneo de hiperactividad explosiva y un sonido groseramente intenso. Para mi gusto, una propuesta perfecta, que bien podría mostrarse como Master-Class en contextos académicos, a cargo de este cuarteto de maestras del metal, que -ya hemos visto- estos últimos años han sido reconocidas en la escena, dándole cabida a su show en los más grandes festivales de metal del mundo.

Solo queda esperar a que se atrevan a hacer un disco nuevo, dejándonos la pregunta más obvia: ¿seguirán desarrollando su lenguaje conservador, o explorarán la fusión étnica/brasileña, como lo hicieron hace 30 años sus compatriotas de Sepultura? De cualquier modo, no pareciera ser un tema relevante: estas chicas ya se coronaron con un doctorado en metal, y cualquiera sea su camino a futuro, cimentarán su inmortalidad artística como una banda que no quedará en el olvido en ningún caso.