Pa'entro
Cuando era niño solía ocupar una grabadora de cassettes incrustada en un pequeño televisor a blanco y negro con dial y radio, todo en uno. Así como suena, una maravilla tecnológica de los ochentas, pero la verdad es que estaba muy a mal traer: algunas teclas se le habían caído, y la tapa de la casetera se había perdido hacía tiempo. Pero funcionaba. En las tardes me dedicaba a hacer compilados de canciones que sonaban en la radio. Todavía los guardo. Influencias muchas: las estaciones de radio, el festival de Viña, y mi familia, claro. La Pame y Sui Generis, La Rocío y George Harrison, mi viejo y Stravinsky, y mi vieja y Abba. Mis abuelos y la Cooperativa, almorzando ñoquis mientras afuera se caía el cielo con esas lluvias y vientos desproporcionados en Magallanes.
A los 6 recibo de regalo mi primer Walkman; un Panasonic que me duró más de lo que cualquiera hubiese imaginado. Ahora podía escuchar mis mezclas con audífonos. Y entre los hermanos nos copiábamos los hits de un lado para otro, de cassette en cassette.
Mi hermana estaba aprendiendo a tocar la guitarra y me mostraba una canción de los New Kids on The Block con una intro de guitarra clásica. Me decía: ¿te imaginas tocando así? yo me reía. Lo encontraba fascinante e inalcanzable a la vez.
Para cuando llegamos a Santiago el 94, la radio era otra. Claro, yo estaba acostumbrado a la "Polarísima" puntarenense y al "Should i stay or should i go" de los Clash, a Technotronics, y a toda esa onda retro que, al final, terminas extrañando una vez inserto en la vorágine capitalina.
Ahora la radio era una radio de mundo, y estabas al tanto de todo. Las modas pasaban y avanzaban, rápido, muy rápido, de formas tan estimulantes, que ni alcanzabas a procesar. De todos lados, en castellano y en inglés, todo NUEVO. Que el perro dinamita, que los calzones rotos, que el "era muda", el lamento boliviano, que los offspring, el lenny kravitz, los take that, que los Tetas, los Lucybell y La Ley...
quién no quedó pa'entro con esta?
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